Sacrificios de una madre: la lucha de Carmen contra la adversidad
Esta historia hace parte del especial ‘Las problemáticas en Cartagena que tienen rostro de mujer‘.
Fotografía: María Alejandra Romero Solano
Por: María Alejandra Romero Solano, asistente de comunicaciones de CCV.
Cada mañana, a las 6 a.m., Carmen* se levanta para preparar el desayuno de María, su hija de catorce años, mientras esta se prepara para ir al colegio.
Luego de despedir a su hija, Carmen dedica unos instantes a los quehaceres del hogar antes de arreglarse para comenzar su jornada laboral. Antes de las 8 de la mañana, sale de su casa ubicada en uno de los sectores del barrio Olaya Herrera que colindan con la Ciénaga de la Virgen, donde también vive su sobrina Natalia, y la hija de ella, Leidy.
Olaya Herrera se sitúa en la comuna 6, en la zona suroriental de Cartagena, Colombia. A 12 km del reconocido Centro Histórico de la ciudad.
Lejos de la opulencia, los monumentos turísticos y las casas coloniales, este sector de la localidad 2 es conocido por sus calles destapadas, caños taponados, difícil acceso al transporte público y un cúmulo de problemáticas sociales, tales como la pobreza y las altas tasas de homicidio, embarazo adolescente y mortalidad materno-infantil; pero también, por su gente perseverante que lucha contra todas estas adversidades para salir adelante. Estas condiciones ponen de relieve las marcadas disparidades sociales y económicas que experimentan los habitantes de los barrios cercanos a la Ciénaga de la Virgen, quienes han sido segregados y marginalizados del resto de la ciudad.
Desde allí, Carmen comienza su ruta vendiendo chance: recorre Zarabanda, La Magdalena, Estela, San José Obrero y Playa Blanca, todos sectores aledaños. Conoce este trayecto como la palma de su mano, ya que lo ha realizado de lunes a domingo durante más de treinta años.
Una gorra, una camiseta manga larga y a veces una sombrilla, son las únicas defensas de esta mujer de 47 años ante el sol inclemente de Cartagena. Cuando la sensación térmica llega a los más de 30 grados centígrados y el calor se torna sofocante, para en puntos estratégicos para refrescarse sin dejar de vender. Sin embargo, no puede estar mucho tiempo en un solo lugar, porque el chance que vende es ilegal, y no quiere correr el riesgo de ser atrapada por la Policía porque, además de perder su única forma de sustento, puede enfrentarse a hasta ocho años de cárcel, de acuerdo con el Código Penal, ya que pagar la multa de más de 100 salarios mínimos mensuales legales vigentes (SMMLV) no es una opción para ella.
Ese día, alrededor de las 10 a.m., Carmen saca un poco del desayuno que se preparó en la mañana, para aguantar hasta las 5 de la tarde, hora en la que podía volver a comer. Por lo general, suele regresar al mediodía a su casa para tener listo el almuerzo de su hija, una vez esta sale del colegio. Ahí aprovechaba para comer y descansar un rato antes de salir nuevamente a las 5 p.m. y terminar la venta del día a eso de las 10 de la noche. Pero en esa ocasión no podía regresar temprano, ya que se encontraba algo apretada con el trabajo: no había logrado vender mucho, así que se quedaría más tiempo en la calle para ganar un poco más. En los días buenos, logra tener ganancias de hasta $25.000, que al mes son unos $750.000. En los malos, como estaba pintando ese, de cosa alcanzaba a llegar a los $10.000 diarios, es decir, $300.000 al mes.
Lleva días sin cenar, por eso, ese día prefiere desayunar tarde para poder comer en la noche. Ella y su sobrina, Natalia, las dos adultas de la casa, solo pueden tener dos comidas diarias por falta de alimentos y recursos. Los ingresos de Carmen son el pilar económico del hogar. Natalia no tiene un empleo estable y solo ocasionalmente ofrece servicios de manicura y pedicura en casa. Además, ya no cuenta con el subsidio de Familias en Acción que recibía su hija María desde los 2 años, ya que en diciembre de 2023 dejaron de otorgarlo debido a una actualización que la colocó en una categoría más alta en el Sisbén. Como resultado, llevaba tres meses sin recibir esta ayuda.
Había días en los que Carmen y Natalia desayunaban y almorzaban, y otros en los que desayunaban y cenaban, pero nunca las tres opciones. En el hogar, las únicas con las tres comidas garantizadas son Leidy, quien recibe desayuno y almuerzo en la guardería del barrio; y María, su hija. Cuando Carmen prepara el almuerzo, siempre deja un poco para que María y Leidy puedan cenar. En los días en que solo podía hacer la cena, como ese, enviaba a María al comedor comunitario que está cerca de la casa y que ofrece almuerzos a los niños por una contribución de $2.000.
Asimismo, las condiciones económicas de Carmen la suman a los 455 mil habitantes de Cartagena que viven en pobreza moderada, pues no siempre alcanza los ingresos mensuales mínimos de $427.667 para satisfacer sus necesidades básicas, ni las de su hogar. Según la EPC de 2023, en Cartagena son más las mujeres que se perciben como pobres, en comparación con los hombres, lo que evidencia que son ellas las que enfrentan mayores barreras para acceder a ingresos dignos.
Día a día, Carmen desafía los riesgos de su trabajo y las barreras sociales y económicas para brindarle un futuro mejor a su hija, buscando ofrecerle las oportunidades que ella misma no pudo tener en la vida.
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Motivada por escapar de un hogar abusivo, en el que sufrió maltrato físico y psicológico, Carmen comenzó a trabajar en el chance a los 17 años para lograr su independencia. Aunque se graduó de la media académica con un título de auxiliar de secretariado, quiso seguir estudiando para tener una mejor calidad de vida. Apenas terminó el bachillerato, con ayuda de becas y del esfuerzo de su trabajo, logró sacar adelante los estudios de técnico auxiliar de bartender y secretariado ejecutivo. Sin embargo, más allá de las prácticas, nunca consiguió engancharse en el mercado laboral de manera formal y prefirió seguir trabajando en el chance.
Durante casi treinta años, Carmen estuvo vinculada con las dos empresas que, en sus respectivos momentos, se encargaron de las operaciones del chance en Bolívar. Tras la desaparición de estas compañías, una nueva entidad emergió para operar el chance y las apuestas en el departamento. Carmen se presentó a esta con las ganas estar en un puesto de venta fijo, para dejar de caminar por toda Olaya Herrera bajo el inclemente sol. Lastimosamente no consiguió entrar, así que, al verse sin opciones, aceptó vender uno de los chances no autorizados del departamento.
En dos ocasiones envío hojas de vida y se presentó para trabajar de secretaria o haciendo aseo en alguna empresa. Durante las entrevistas, le hicieron propuestas indecentes de salir con el jefe del cargo. “Yo enseguida respondía que no me interesaba, y no me escogieron. La verdad es que no me interesa trabajar en lugares en los que para entrar tengo que aceptar ese tipo de propuestas”, asegura.
Para ella, el ser mujer representa un desafío adicional en la búsqueda de empleo, especialmente para aquellas en condición de vulnerabilidad, pues son muchas las personas que buscan aprovecharse de esta situación. Justamente, en Cartagena, el desempleo en mujeres es 2,1 veces mayor al de los hombres, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE).
Aunque sabe el riesgo que corre al vender chance ilegal, afirma que es eso o no tener para sostener su hogar. “Ya tengo 47 años, en todos los trabajos que veo piden gente 20 años menor, recién graduados o con más de dos años de experiencia. Yo solo tengo seis meses”, menciona.
Carmen es madre soltera y cabeza de hogar desde que María, su hija, tenía cinco años. El padre de María ha eludido las responsabilidades económicas con su hija desde que él y Carmen decidieron separarse definitivamente. Este abandono no simplemente dejó a Carmen sola en la crianza de su hija, sino que también tuvo un impacto negativo en la salud mental de María desde temprana edad.
Un segundo dolor se suma a este difícil escenario: desde los siete hasta sus catorce años (edad actual de María), fue víctima de abuso sexual por parte de alguien cuya mención Carmen prefirió que se omitiera en esta historia. Para Carmen, quien se enteró de todo recientemente, el descubrimiento tardío de esta situación con su hija ha sido una carga emocional abrumadora.
Para sobrellevar todo lo que ha pasado en su corta vida, María necesita de atención psicológica y psiquiátrica constante, que le es garantizada por la EPS. Pero, además, los medicamentos recetados por psiquiatría le exigen tener una dieta estricta, por lo que Carmen prefiere sentirse fatigada por el hambre todos los días para que así su hija tenga garantizado los alimentos necesarios.
“He hecho cosas que no debo hacer cuando me he siento muy apurada económicamente. Pero si mi hija lo necesita, busco la forma. Ella es una niña inteligente, siempre le ha ido muy bien en el colegio, ahora está estudiando inglés gracias a una beca, está en clase de música. La tengo en diferentes actividades. Yo lo que quiero es que ella salga adelante, y hago todo lo posible para cumplirlo”, afirma.
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“Sueño con la oportunidad de tener otro trabajo: uno donde me sienta feliz, estable, en una oficina, con papeles, lejos del sol”, manifiesta Carmen. No pierde la esperanza, y espera lograrlo más pronto que nunca, ya que no quiere seguir arriesgándose todos los días con la venta del chance. En esa búsqueda de ayuda, recientemente empezó a consagrarse en una iglesia, y no quiere seguir haciendo cosas que atenten a su espiritualidad.
Pese a todas estas dificultades, afirma que la vida le ha mejorado. “Ahora estamos un poco más tranquilas. Las dos estamos recibiendo atención psicológica y de vez en cuando recibimos ayudas económicas. Sé que Dios no nos va a abandonar.”
Pide a las autoridades más atención y oportunidades a las madres solteras y cabeza de hogar que luchan día a día para sacar a sus familias adelante. Su historia destaca la necesidad urgente de políticas que aborden las brechas de género y proporcionen oportunidades reales para quienes enfrentan el doble reto de ser mujeres y madres en condiciones de vulnerabilidad en una ciudad donde la pobreza y la inseguridad alimentaria tienen rostro de mujer.
*Todos los nombres de esta crónica fueron modificados para proteger la identidad de la fuente.
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Vivir en la capital de Bolívar no es fácil. Así lo aseguró el 87% de los habitantes de la ciudad en la Encuesta de Percepción Ciudadana (EPC) 2023, de Cartagena Cómo Vamos, quienes afirmaron que, en general, las cosas en La Heroica iban por mal camino. Lo cierto es que en la ciudad los indicadores que miden la calidad de vida en temas vitales como salud, educación, empleo, seguridad y pobreza, en vez de mejorar, se han quedado estancados o van en retroceso.
Para las mujeres, que constituyen el 52% de la población, la situación es aún más complicada. Además de enfrentarse a los desafíos comunes de la vida en la ciudad, deben afrontar obstáculos adicionales simplemente por ser mujeres.
Muchas de las problemáticas en Cartagena tienen rostro de mujer: la pobreza, la inseguridad alimentaria, el abuso sexual, el desempleo, entre otros. Así lo evidencian los datos que al desagregarlos hacen palpables las brechas de género.
No es casualidad, entonces, que las mujeres hayan expresado un sentimiento generalizado de pesimismo en la EPC 2023. Su descontento está estrechamente vinculado con lo poco que la ciudad le está retribuyendo en la mejora de su calidad de vida.
Así como las brechas en la ciudad no son las mismas para mujeres y hombres, entre mujeres las condiciones se agudizan si además se tienen en cuenta factores como la raza, el nivel socioeconómico, la edad, entre otros aspectos. La experiencia de una mujer racializada en situación de pobreza y con poca educación es muy diferente a la de otra que ha logrado obtener una educación superior, a pesar de enfrentar desafíos similares de desempleo. Sin embargo, ambas comparten la lucha común en una sociedad desafiante.
En este mes de la mujer, Cartagena Cómo Vamos, con el apoyo del Programa de Comunicación Social de la Universidad Tecnológica de Bolívar se propuso explorar la calidad de vida de las mujeres en la ciudad desde diversas perspectivas, dándole rostro a los datos. Para esta labor, nos acompañan las historias de Carmen, Yoli y Kelly. Cada una, desde su experiencia de vida, nos ayudará a comprender los desafíos que enfrentan las mujeres y las demandas que sus situaciones individuales plantean para mejorar la calidad de vida de todas en la ciudad.
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Leer másLa siembra de Gina Pérez en isla de Barú
Fotografía: María Alejandra Romero Solano
A solo una hora en carro del casco urbano de Cartagena se encuentra la isla de Barú. Una de las zonas insulares de la ciudad más reconocida nacional e internacionalmente por sus aguas cristalinas que acarician las playas de arena blanca, pero también, por su cultura negra y resiliente que entrelaza la naturaleza con la historia de un pueblo en resistencia.
Barú es la isla continental más grande del país. Sus vastas extensiones abrazan 7.650 hectáreas y se extienden a lo largo de 35 kilómetros, albergando a unos 12.500 habitantes. De ellos, el 86% se identifica como negro, de acuerdo con la Encuesta de Percepción Ciudadana de Cartagena Cómo Vamos. La población de esta Isla se distribuye en los corregimientos de Ararca, Barú y Santa Ana, cuyas costumbres y tradiciones vienen de la herencia de los grupos de africanos esclavizados que llegaron a estas tierras en busca de libertad.
Ahí, en Santa Ana, vive y lucha la protagonista de esta historia, Gina Pérez, quien llegó hace más de dos décadas al corregimiento y desde entonces ha canalizado su energía incansable en la ardua tarea de mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Una tarea imperante en esta zona rural insular, en la que históricamente las administraciones de la ciudad han fallado en garantizar las necesidades básicas a sus residentes y en promover un desarrollo integral en la Isla.
La germinación de una lideresa
Gina, quién dice que le cuesta describirse pero que a la hora de la verdad sabe enunciarse como una “negra con tumbao”, “un tuttifrutti” o una “sembradora de semillas”, es una de las principales figuras de liderazgo en la isla y siempre ha visto en ella una oportunidad de transformación.
“¿Que quién es Gina?” se pregunta sarcásticamente Gina Pérez, sentada en un bohío de una de las instituciones de Santa Ana, corregimiento de la isla de Barú. En medio del ruido de los niños que corren por todas partes, la risa de Gina sobresale en el lugar. Sin embargo, su risa no es necesaria para que ella resalte en el espacio: su elegancia negra, su turbante, su pinta colorida y su sola presencia atrae a todos los que la conocen y a los que la ven por primera vez.
Analiza un poco la pregunta, una que no le gusta responder, pero que al parecer tiene muy clara.
Asimismo, tiene claro su propósito en la isla. “Me gusta sembrar semillas, cuando salía la hoja me iba”, agrega, haciendo una metáfora a su pasión por el trabajo comunitario. “He creado muchas organizaciones, y cuando veía que ellos podían solos, me iba, demostrándoles que sí pueden, que no deben tener una líder ahí para sostenerlos.”
Para ella, su liderazgo es innato, heredado de una familia de lideres sociales. Pero fue en su época escolar cuando descubrió que había una voz en ella y que podía alzarla ante las injusticias, entre estas, el racismo y la discriminación que vivió durante esa etapa de su vida.
“Yo era una niña que pasaba con pena. A mí me da pena todo. Entré a La Octaviana, una de las mejores Instituciones en ese tiempo Cartagena, que era femenino, y yo era la única negra en el colegia. Además, todas las niñas venían de Manga, Bocagrande, y yo vivía en un barrio popular, el Paraguay.”, relata. “Fue muy duro, sufrí hasta de bullying y todo.Ahí me pegaban chicles en la falda y me dañaban el uniforme. Ese año tuve que comprar hasta cuatro uniformes.” Ahora, ya toda una adulta, recuerda esos momentos sin mayor pesar, pero la forma en que los relata evidencia que estos fueron trascendentales para ella.
Con la misma actitud, sigue contando una de las anécdotas que marcó su vida. “Después de mí, llegó una muchacha que era de Manga, pero era gruesa y a ella se la ‘montaron’. Me dejaron a mí tranquila y la maltrataban. Cuando yo veía que la maltrataban, era como si me maltrataran a mí, y eso me hizo crecer. Tenía también otra compañera, Marta* que también le hacían bullying. Ella tenía su cabello bien largo y un día se lo cortaron en la silla. También le decían que no servía y muchas cosas más. Éramos las tres, y un día Marta se perdió en el baño y cuando nos dimos cuenta ella estaba intentando ahorcarse con una soga en el cuello. Llamamos al vigilante, cortó la soga y la llevaron al hospital. Cuando llegamos, la mamá no me quiso atender porque era negra. Cuando me dijo eso yo le dije: ‘esta negra salvó la vida su hija, porque si esta negra no va, ella se ahorca.’ De ahí, yo fui una de las primeras lideres estudiantiles hasta que me gradué, luego de que no me querían.”
Con el tiempo, su vocación de líder se fue afianzando y, a su llegada a Santa Ana, vio la oportunidad de transformar una situación que, para ella, que venía de ser parte de procesos de empoderamiento con mujeres, era inconcebible.
“Cuando llegué a Santa Ana”, relata Gina, “vi a un poco de mujeres ahí sentadas jugando carta y juegos de azar, y yo me preguntaba si es que no tenían más nada que hacer. Yo veía la necesidad de que las mujeres tenían que ser emprendedoras.”
Esta anécdota es una de las recurrentes que cuenta Gina al ser entrevistada para medios de comunicación. Pero, aunque pasó hace dos décadas, más que un simple relato para mostrar lo que la inspiró en su liderazgo, esta evidencia varias problemáticas que siguen latentes en la isla de Barú, como lo es la pobreza y la falta de oportunidades de empleo.
Este primer indicador da luces de una situación aún más crítica, tal como lo es la seguridad alimentaria. En la misma encuesta, el 52% de la Isla afirmó que ellos o algún miembro de su familia en las últimas cuatro semanas tuvo que comer menos de 3 comidas diarias porque no había suficientes alimentos. En Santa Ana, este porcentaje llegó a ser el 59% de la población.
Asimismo, para los habitantes de la isla, la falta de oportunidades en la zona es una de las razones por las cuales la situación económica de su hogar ha empeorado en el último año.
La situación se torna especialmente crítica para las mujeres en la isla, ya que son ellas las que experimentan niveles más elevados de autopercepción de pobreza e inseguridad alimentaria. Además, enfrentan el desafío adicional de percibir que es más complicado conseguir empleo o emprender en comparación con otros sectores de la población.
“La mujer aquí en la comunidad de Santa Ana tiene mucho poder.” proclama Gina con convicción y rabia, pues conoce de primera mano cómo estas mujeres han sido subestimadas. «Nada más con ser negra, tienen poder. Nada más con vestir un turbante o trenzas, tiene poder, pero a veces no se la creen. La mujer aquí es trabajadora, es emprendedora, la mujer aquí solamente falta que saque lo que tienen dentro, que no solamente son las tripas, sino su conocimiento, porque saben hacer muchas cosas. Hay mujeres que saben lo que es la modistería, pero no creen que pueden ser diseñadoras de moda o que pueden crear cosas nuevas; la mujer aquí es artesana, pero no cree que pueda hacer diseños nuevos; es masajista, pero no cree que pueda tener un spa en su casa en su casa y que la gente pueda ir.”, expone cansada la situación.
De la semilla nacieron árboles
Desde hace más de 20 años, Gina viene luchando para impactar las cifras de vulnerabilidad en Santa Ana. Por eso, en su llegada al corregimiento, creó el primer grupo de mujeres que ayudaría a muchas madres cabeza de hogar a sacar adelante a sus familias.
Estas primeras semillas fueron creciendo, y de ellas nació un gran árbol, la Corporación Son Afro Santanero, un espacio de formación y transformación a través del arte y la cultura. Para Gina, su hogar.
“La Corporación Son Afro Santanero hacía de todo, estaba metida en todos los charquitos. Nosotros tenemos casi diez años o más de estar legalmente constituidos. Pero de existir tenemos casi 15 años. Esta surge de los tiempos de dedicación con los niños, de la dedicación con las mujeres, de visibilizar toda esa parte de cultura que tenemos en la comunidad. La Corporación Son Afro Santanero tiene así, fijo, 135 personas entre niños, adolescentes, madres cabeza de familia y adultos mayores.”, menciona con orgullo.
No satisfecha con todos sus esfuerzos, Gina tomó una decisión trascendental en 2010 al llevar su liderazgo a los niveles de toma de decisiones locales. Fue entonces cuando su determinación y fortaleza la condujeron a ser parte de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Santa Ana y posteriormente del Consejo Comunitario, dos de las instituciones con más legitimidad para los baruleros y las que al menos el 42% de ellos considera que más incidencia tienen para mejorar la calidad de vida de los habitantes de la Isla. Sin embargo, el camino no fue fácil y tuvo que desafiar las barreras del machismo arraigado en la comunidad.
“Yo fui la primera mujer en la Junta de Acción Comunal. Los hombres me decían: ‘Qué me vas a mandar tu a mí?’. Y yo les contestaba: ‘y hasta más’.”, afirma con altivez. “Es un reto llegar a ser la primera mujer en la Junta de Acción Comunal en un pueblo donde todavía existe el machismo. Sin embargo, gané. Para mí, un líder para meterse a esta vaina tiene que hacer un trabajo comunitario, debe tener reconocimiento y la gente debe seguirlo. Fui cuatro años y vi muchas mejoras en el corregimiento”, menciona con satisfacción.
No obstante, el desempeño constante en labores de liderazgo dejó secuelas en la salud mental y física de Gina, llegando al punto en el que se vio obligada a tomar una decisión en beneficio propio y no solo de su comunidad.
“Tuve un preinfarto. El doctor me dijo la palabra mágicas: ‘si quiere vivir, tienes que quedarte quieta’, así que mandaron un mes a Palenque a mí sola para que me relajara. Pero yo no podía quedarme quieta”, dice Gina entre risas. “Allá trabajé en temas culturales y creé dos grupos más. Cuando llegué aquí a Santa Ana, hicimos una reunión todos los líderes de la comunidad y dije: ‘desde hoy solamente me llaman para temas culturales, no quiero que me llamen para nada más. Todo lo que es cultura: Gina Pérez.’ Y así descansé.”
Desde ese momento, Gina ha dirigido sus esfuerzos hacia la promoción y preservación de las tradiciones culturales de Santa Ana y la Isla de Barú. Su objetivo es divulgar la herencia cultural local a un público más amplio, como lo son los turistas, de esta forma, lograr que vean en la Isla de Barú más allá que playa, sol y arena, y que conozcan la nutrida oferta cultural que tienen por ofrecer la comunidad.
Sin limitarse a la danza, artesanías y folclore, Gina también se involucra activamente en proyectos destinados a transformar la cultura ciudadana en Barú, para así mejorar la convivencia entre los habitantes de la isla, porque, aunque en términos generales, se percibe mejor comportamiento en la isla que en Cartagena, en lo que tiene que ver con las normas básicas de convivencia, los baruleros piensan que siempre hay aspectos por mejorar.
Falta tierra por sembrar
Gina hace parte del 46% de los habitantes de Barú que piensa que las cosas en la Isla van por buen camino, pero que de todas formas hay mucho camino por recorrer.
Esto, para ella, es la esencia de los gestores culturales: visibilizar el territorio, motivar a que la gente vea más allá de lo conocido.
“Todo esto lo estamos haciendo gracias a las capacitaciones que recibimos de las organizaciones”, continua. “Brindan formaciones para ser mejores líderes o a personas que quieren un cambio en la comunidad. Si seguimos así, adquiriendo herramientas, Santa Ana va a cambiar.”
Hablando de la labor de fundaciones y organizaciones sociales y privadas que tienen presencia en el territorio, para esta sembradora, han resultado fundamentales en el cultivo de conocimientos, habilidades y recursos esenciales que le permiten desempeñar un papel aún más destacado en beneficio de su comunidad. Justamente, estas son, según el 17% de los habitantes, uno de los actores clave en la realización de acciones en pro de la calidad de vida de la isla.
En medio del abandono y falta de apoyo por parte de las administraciones distritales, estas han sido clave para ayudar al desarrollo de la isla, brindándole a personas como ella las herramientas necesarias para hacer florecer las semillas de los proyectos que ella misma ha plantado y cultivado.
“Para mí, las organizaciones han sido parte de mi crecimiento. Han sido parte de nuestra familia, han sido parte del desarrollo comunitario. A ti las fundaciones te pueden dar toda la plata que tú quieras, pero si no eres un buen líder para manejar todos esos recursos que te dan, sea dinero o intelecto, estás mal. Ahora tenemos herramientas para defender a nuestro territorio”, afirma.
Aún con el esfuerzo de las fundaciones y de los habitantes de la isla, todavía queda un largo trecho por recorrer hacia el progreso sostenible de la Isla de Barú. La administración Distrital, las organizaciones sociales y privadas arraigadas en el territorio, y la propia comunidad, deben converger en un esfuerzo conjunto para afrontar los desafíos pendientes.
Entre esos retos resaltan proyectos cruciales para la isla y que se han convertido en prioridades de los habitantes, según la Encuesta de Percepción Ciudadana, como lo es la formalización del empleo y la mejora de la calidad educativa. La creación de una institución de educación superior se erige como una necesidad inminente, y la instalación de soluciones de alcantarillado para la Isla y de agua potable para el corregimiento de Barú, que resultan esenciales para garantizar condiciones de vida digna. La administración debe priorizar estos proyectos y llevarlos a cabo de la mano de la comunidad, con un enfoque étnico que atienda las necesidades de los habitantes locales.
Aunque el camino es largo y desafiante, existen las voluntades dispuestas a hacer sinergia para tejer el futuro próspero que merece la isla de Barú y sus habitantes.
Los datos mencionados hacen parte de la Encuesta de Percepción Ciudadana y del Informe de Calidad de Vida de la isla de Barú.
Esta es una adaptación de nuestro especial desde las comunidades del #PodcastCómoVamos, dirigido y producido por Cartagena Cómo Vamos, en cooperación con la Fundación Santo Domingo y la difusión de La Cariñosa Cartagena.
Aspectos de la educación que generaron insatisfacción en los Cartageneros en 2023
Fotografía: María Alejandra Romero Solano
En Cartagena, los niños, niñas y adolescentes retomaron su proceso de formación con el inicio de clases, una buena noticia desde la base que la educación tiene efectos positivos en la calidad de vida y la movilidad social; sin embargo, este debe ser armónico desde la primera infancia hasta la educación superior.
Cartagena Cómo Vamos (CCV) presentó un nuevo análisis semanal, en el que aborda la satisfacción y valoración de diferentes aspectos de la educación ofrecida en la ciudad, basado en los resultados de la Encuesta de Percepción Ciudadana (EPC) 2023, realizada por este Programa. Este instrumento evidenció que en la Heroica en 1 de cada 2 hogares hay al menos un menor de edad que debería estar vinculado al sistema educativo. De estos, el 80% asiste a una institución oficial, es decir que depende del Distrito.
Al preguntar en los hogares con niños y niñas matriculados en los niveles de preescolar y transición, por la satisfacción de múltiples aspectos de la educación, resulta que el mayor reto identificado es el acompañamiento nutricional, solo 6 de cada 10 están satisfechos, lo que se relaciona con el impacto de estrategias de retención a estudiantes como el Programa de Alimentación Escolar (PAE); en la tasa de deserción, que es más alta en preescolar, con más del 5% de estudiantes retirados del sistema antes de terminar el año.
Este mismo ejercicio, pero aplicado en hogares con estudiantes de primaria, secundaria y media, mostró resultados diferenciados entre la educación privada y oficial. A pesar de que, la mayoría de los estudiantes del Distrito asisten a una institución pública, es aquí donde se registra una satisfacción baja en todos los aspectos, en comparación con las privadas.
Justamente, con el regreso a clases en este 2024, se vuelve a elevar la conversación de ciudad sobre el gran reto de la infraestructura educativa en Cartagena, donde el 80% de las sedes de instituciones educativas oficiales presenta problemas de infraestructura que requieren ser atendidos para garantizar condiciones óptimas en la prestación del servicio.
Otro reto al que la EPC 2023 le hizo eco, es a la disponibilidad de cupos y el proceso de matrícula, donde la satisfacción en lo privado es del 75%, mientras que lo oficial es solo del 68%, lo que sugiere que las falencias en infraestructura no solo abarcan el estado de las sedes actuales, sino que también se suma la suficiencia de estas, pues desde la política pública educativa aprobada en Cartagena, se estimada un déficit de 1.200 aulas escolares en la ciudad.
La satisfacción de los cartageneros y cartageneras para con los docentes en lo oficial es del 77% y en los privados asciende hasta el 83%. Lo anterior muestra que en ambos sectores el aspecto mejor evaluado es el de docentes, siendo mejor percibido en lo privado.
Las instituciones educativas oficiales del distrito de Cartagena muestran un rezago en calidad educativa, ubicando a la ciudad como la tercera de las 23 capitales principales del país, con los resultados más críticos.
Es primordial que la Administración Distrital, identifique las oportunidades que representa la puesta en marcha de la política pública educativa y el trabajo articulado entre el Estado, la empresa privada, las escuelas y la academia, para avanzar en conjunto en la superación de las problemáticas estructurales y las brechas que perpetúan las desigualdades e impiden el desarrollo pleno de la ciudad.
Lo que está detrás de los nuevos resultados de las Pruebas Saber 11: 2023-4
En Colombia, una de las formas de medir avances en la calidad educativa es a través del Examen de Estado de la Educación Media, Saber 11°, un instrumento de evaluación estandarizado, que considera varias áreas del conocimiento. No obstante, esta prueba no contempla necesariamente las realidades particulares de cada territorio.
Al hablar de calidad educativa se hace referencia a una formación integral en la que se implementan nuevas tecnologías y pedagogía vanguardista para lograr que los estudiantes estén en la capacidad de abordar en mejor medida situaciones en su proceso formativo, a nivel social, emocional, entre otras.
Para conocer cómo le fue a la capital de Bolívar en la medición oficial de la calidad de la educación formal a quienes terminan el grado 11, frente al promedio nacional, Cartagena Cómo Vamos (CCV) y Traso, Colectivo de Transformación Social, realizaron un análisis comparativo de los últimos resultados, que comprende los periodos 2023-4 y 2022-4.
En Colombia, el promedio global para 2023 fue de 257 puntos de 500 posibles. Esto es un avance de 3 puntos, con respecto a 2022 que había sido de 254. Este dato marca una línea de referencia en el comparativo.
Al revisar los datos por sector educativo de la ciudad, se tienen que, los colegios privados alcanzaron un promedio de 279, mientras que los oficiales de 227, una brecha de 52 puntos. La buena noticia es que comparado con 2022, la brecha se redujo en casi 5 puntos, pues las Instituciones Educativas Oficiales tenían un promedio de 218,5 y I.E. Privadas de 275, aumentando en 2023, 8,5 puntos y 4 puntos respectivamente.
Estos resultados se deben a que, de los colegios que presentaron pruebas en ambos años, el 68% mejoró, un 4% se mantuvo igual y el 28% restante desmejoró. Finalmente, en 2023 hubo un progreso, especialmente en lo oficial, luego de pandemia.
Sin embargo, aún persisten retos. Al comparar los resultados de Cartagena con las ciudades de la Costa, solo superamos a Riohacha que tuvo un puntaje promedio de 241; el resto están por encima, siendo Montería la mejor, con 268 puntos.
Al agregar al ranking a las principales ciudades capitales del País, se tiene que todas están por encima de Cartagena: la más cerca es Cali 255 puntos y la que mejor resultado tiene es Bucaramanga con 290.
Ante estos hallazgos, Liliana Puello López, directora de educación de Colectivo Traso, manifestó “los resultados de las Pruebas Saber son esperanzadores para Cartagena, esto muestra que algo está sucediendo en los colegios y que por fin se rompe la dinámica de decrecimiento en la que estaba inmersa la ciudad”.
Haciendo un zoom por segmentos geográficos, se observa que la Localidad 1 – Histórica y del Caribe Norte, tuvo un promedio de 262 puntos en 2023; la Localidad 2 – De la Virgen y Turística, alcanzó un promedio de 231; y, la Localidad 3 – Industrial y de la Bahía, uno de 256. Las tres mejoraron con respecto a 2022, la Localidad 1, mejoró 6 puntos; la Localidad 2, avanzó en 3 puntos y la Localidad 3, en 7.
Por Unidades Comuneras de Gobierno (UCG), los mejores resultados promediados lo obtuvieron aquellos ubicados en la UCG 1, con cerca de 301 puntos, seguido la UCG 8, con 284. Los más bajos fueron en la zona insular con 201 y en la zona rural de la Localidad 2, con 215. Se resalta que la zona rural de la localidad 3, fue la que mayor mejora tuvo con respecto a 2022, pasó de un promedio de 204 puntos a 218 en 2023, casi 14 puntos.
¿Cuáles fueron los colegios oficiales que más avanzaron en las Pruebas Saber 11 en 2023?
- Institución educativa Alberto E. Fernández Baena: 257 de 500. Mejoró 15,2%. (Barrio El Bosque).
- Institución Educativa Técnica de Pasacaballos: 239 puntos. Avanzó un 12,7%. (Corregimiento de Pasacaballos).
- Institución Educativa Santa Cruz del Islote: 196 puntos. Creció 12,0%. (Archipiélago de San Bernardo).
- Institución Educativa Ciudad de Tunja: 255 puntos. Mejoró 10,9%. (Barrio Camino del Medio).
- Institución Educativa Playas de Acapulco: 226 puntos. Creció 10,8% (Barrio República del Líbano).
Liliana Puello destacó, además, dos aspectos importantes: el primero, es que Cartagena mejoró en todas las áreas, especialmente en matemáticas e inglés; los mayores retos se mantienen en ciencias sociales y naturales. En el resto del País, no todas las ciudades mostraron avances. Lo segundo, es el mejoramiento evidenciado en la localidad 3, así como el caso de la Institución Técnica de Pasacaballos y Nuestra Señora del Buen Aire, escuelas oficiales y rurales del distrito que mostraron una mejora significativa. Un mensaje importante para los directivos docentes y docentes.
Eliana Salas Barón, directora de Cartagena Cómo Vamos, enfatizó en que “es importante que la ciudad siga mejorando por encima del promedio para lograr un avance con relación a otras ciudades. Las mejoras en la pedagogía son claves en calidad educativa, donde el docente tiene un rol trascendental. Además, se deben superar aspectos relacionados con el bienestar, pues gran parte de la población estudiantil todavía tiene altos niveles de vulnerabilidad que les impide dar todo su potencial en el proceso formativo”.
Salas concluyó invitando a la próxima Administración a dar continuidad a esta senda de mejoras y amplificarla para que así las brechas puedan seguir acortándose y para que eventualmente la calidad educativa permita transformar la vida de los cartageneros y cartageneras.
Cartagena Cómo Vamos afianza relacionamiento con periodistas y medios de comunicación
El Hotel InterContinental fue escenario del primer encuentro entre Cartagena Cómo Vamos (CCV) y periodistas representantes de medios locales, regionales y nacionales que abordan la cobertura de la ciudad de Cartagena.
El propósito central del evento fue consolidar una red de impacto con periodistas interesados en el cubrimiento de indicadores de calidad de vida, con el objetivo de fortalecer la capacidad estadística territorial. Este encuentro también buscó fomentar el diálogo cercano entre periodistas y entidades clave como el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística). Además, se facilitaron canales para una comunicación efectiva entre medios de comunicación y las entidades responsables de la generación y promoción de datos estadísticos.
La directora de Cartagena Cómo Vamos, Eliana Salas Barón, enfatizó la importancia del rol de los periodistas en la difusión estadística territorial. Salas Barón afirmó: «Creemos que, en el fortalecimiento de la capacidad estadística territorial, los periodistas juegan un papel fundamental ya que son quienes mayor eco le hacen a la información una vez es publicada por las distintas entidades.»
En esta versión, contamos con periodistas de El Universal, El Bolivarense, El Espectador, RCN Televisión, Canal Cartagena, Noticias Vital, Visor Caribe y Ahora In.
El evento, realizado el pasado dos de diciembre, se dividió en varias etapas. En primer lugar, el gerente general del Hotel InterContinental, Alejandro Manfredonio, compartió reflexiones sobre la importancia de abrir las puertas del hotel a la ciudad mediante eventos de esta índole. Posteriormente, los periodistas tuvieron la oportunidad de plantear preguntas sobre el papel del hotel en el turismo sostenible y su contribución a prevenir la explotación sexual en la ciudad, una de las principales problemáticas asociadas al turismo.
Seguidamente, Eliana Salas Barón, directora de Cartagena Cómo Vamos, mantuvo un diálogo con los periodistas acerca de la prospectiva del programa para el año 2024 y el papel que CCV desempeñará durante el próximo periodo de transición de gobierno con el alcalde electo Dumek Turbay Paz.
El evento también contó con la participación especial del director de Difusión y Cultura Estadística del DANE, Álvaro Duque Soto, y la jefe de prensa de esta entidad, Luz Marina Gamarra, quienes proporcionaron pautas y guías sobre cómo fortalecer el acceso a estadísticas territoriales desde los diversos canales que tiene habilitado esta entidad.
“Esta invitación de Cartagena Cómo Vamos nos da la oportunidad de hacer algo que siempre quisimos hacer desde el DANE, y es llegar a los periodistas de las regiones. La dirección de Difusión y Cultura Estadística busca sensibilizar a los distintos grupos de interés, por ejemplo, a los periodistas, para que entiendan la importancia de hacer llegar los datos a las personas, en especial a aquellas a las que el DANE muchas veces tiene dificultades para alcanzar, pero que los periodistas sí pueden”, afirmó Duque Soto.
La jornada culminó con un reconocimiento de participación al espacio firmado por Cartagena Cómo Vamos y el DANE y un almuerzo a sugerencia del Chef del Hotel InterContinental, como experiencia gastronómica de sabores del Caribe, con notas internacionales.
Testimonios de periodistas
“El evento del sábado fue un espacio demasiado provechoso, no solo porque reafirma la cercanía con una fuente tan valiosa para el periodismo de esta capital como Cartagena Cómo Vamos, sino porque nos permite comenzar a mirar hacia el pasado y al futuro de la ciudad teniendo “los pies bien puestos sobre la tierra” con los datos. Valiosísimo también el aporte del DANE, que nos abre a un contexto más nacional.”, Laura Anaya, Editora General del periódico El Universal.
“Fue un interesante acercamiento entre los medios locales y una fuente que cada día cobra mayor relevancia en la ciudad como CCV, por los datos que publica y la seriedad técnica con la que respalda los mismos. De igual manera destaco la apertura de sus miembros para escuchar los comentarios y sugerencias que hubo por parte de los periodistas asistentes. La inclusión del DANE durante el encuentro también es un asunto destacable por el interés de territorializar la información que se genera desde el nivel central.” Jair Espitia Jiménez, Jefe de noticias y presentador en Canal Cartagena.
“Estoy muy agradecida con Cartagena Cómo Vamos por la iniciativa de poder acercar los medios de comunicación a lo que significa el periodismo de datos, sobre todo desde el ejercicio que realizan y que resulta tan valioso para la ciudad, pero sobre todo para nosotros como insumo informativo. Fue valioso que contaran con el DANE como aliado del evento, porque desde las regiones, sobre todo para los periodistas locales a veces existe la limitante de conocer en detalle los datos estadísticos sobre la ciudad o sobre el departamento. Siempre hay un enfoque más nacional y a la gente de Cartagena no le interesa tanto lo que pasa en otras ciudades como lo que pasa en su ciudad. Por eso me parece muy provechoso que hubiéramos tenido también la oportunidad de conversar con ellos y que nos explicaran cómo podemos acceder a esa información que efectivamente existe pero que no se entrega. Muy buena la oportunidad, ojalá se repita.”, Ivonne Salamanca, periodista Noticias RCN.
Cartagena Cómo Vamos reafirma su compromiso de seguir fortaleciendo la relación entre el programa, los medios de comunicación y los aliados estratégicos. Además, procuramos continuar siendo una fuente confiable de información para los periodistas de la ciudad, contribuyendo así a la toma de decisiones informadas.
Agradecemos al Hotel InterContinental y a Magix por hacer posible este evento. También a Esenttia, Mutual Ser, Comfenalco, Aguas de Cartagena y Almas Creativas por sumarse con su contribución de marca.