Editorial CCV: Estamos a tiempo
Estamos a tiempo de retar nuestras capacidades como ciudad con metas ambiciosas pero realizables. Las del plan de desarrollo distrital serán el norte para estos cuatro años. Es responsabilidad de la administración cumplirlas, por lo que debe tener un recurso humano técnico, ético, comprometido y capaz, pero además, saber aprovechar la voluntad y disposición del sector privado, social y del gobierno nacional, que en este proceso del plan de desarrollo quieren aunar esfuerzos que garanticen un impacto positivo en la calidad de vida.
Quedan menos de 10 días para que el Concejo Distrital dé segundo debate al proyecto de acuerdo del c. Tanto la administración como los concejales ya han recibido recomendaciones, observaciones y alertas de académicos, cívicos y gremios de la ciudad, todos solicitando que este Plan sea un documento que “dé la talla” a los retos de ciudad.
Hay muchas observaciones que reconocen el esfuerzo de este gobierno por coordinar sus líneas estratégicas a las del plan de desarrollo nacional y a los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), así como el compromiso con la sostenibilidad y disminución de inequidades. Pero muchas otras alertan sobre deficiencias en los diagnósticos y subprogramas, con metas por debajo o iguales a la línea base, haciendo poco o ningún esfuerzo, y así, aun si la situación empeorase al finalizar el cuatrenio, la administración podría decir que cumplió las metas. Es el caso de varios subprogramas de los apartados de educación, salud, pobreza y movilidad, entre otros.
Esto compromete la utilidad de este importante documento para la administración y para la ciudadanía. Sin metas que cumplir o poco retadoras, no hay cómo saber si los programas y acciones de la administración tendrán impacto en la calidad de vida y si el dinero proyectado para cada programa alcanza. Y la ciudadanía se queda sin punto de referencia para evaluar si la administración cumple sus promesas y ejercer un control ciudadano a la inversión de los recursos públicos.
Las recomendaciones están hechas. La ciudadanía estudió responsablemente el proyecto de acuerdo del plan de desarrollo e hizo sus sugerencias; dependerá de la voluntad y gestión de los concejales y funcionarios públicos asegurarse de que no sea en vano, pero sobre todo, garantizar que Cartagena aproveche estos cuatro años para ser ejemplo nacional en cerrar brechas, superar inequidades y con sostenibilidad, pero con pruebas medibles, no sólo en discurso.
Si bien ponerse metas ambiciosas puede ser un arma de doble filo para el capital político de la administración si no las cumple, es un costo que se debe asumir porque esto es lo que la ciudadanía espera de un gobierno que piensa en “primero la gente”.