Así está la calidad de vida de la Isla de Barú y así la perciben los isleños
Cartagena Cómo Vamos (CCV), desde 2019 realiza un Informe de Calidad de Vida (ICV) específico para los corregimientos de las islas de Barú y Tierrabomba, zonas insulares de Cartagena, que tienen dinámicas particulares, las cuales marcan retos diferentes a los que se hacen evidentes en el casco urbano de Cartagena.
Este informe, se logra gracias a la alianza del sector privado y social que promueve a CCV, en especial Puerto Bahía, Fundación Hernán Echavarría Olózaga, Fundación Santo Domingo, Ecopetrol y Refinería de Cartagena. Es un insumo pertinente porque evidencia las brechas existentes en la zona rural insular, en la que históricamente las administraciones de la ciudad han fallado en proveer y garantizar mejores niveles de calidad de vida a nivel de infraestructura, vivienda, educación de calidad, conectividad, entre otros.
Uno de los principales desafíos que existen es que los indicadores generales de la ciudad no siempre están disponibles a nivel de barrios o corregimientos, como los del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). En otros casos, muchos de los indicadores que están, no se consolidan todos los años; por tanto, la información objetiva exclusiva para los corregimientos de Barú y Tierrabomba se reduce de manera considerable en comparación con la batería que se dispone para la ciudad.
Pobreza
En 2022, de acuerdo con la Encuesta de Percepción Ciudadana (EPC) realizada por CCV, el 56% de los habitantes de la Isla de Barú se percibió como pobre, muy superior al 42% de Cartagena en general. Al revisar la desagregación por corregimientos encontramos que, en Santa Ana, el 67% de su población consideró pobre, para el caso de Ararca y Barú, fue el 50% y 49% respectivamente.
Este primer indicador da luces de una situación aún más crítica, tal como lo es la seguridad alimentaria. En la EPC se les preguntó si ellos o algún miembro de su familia en las últimas cuatro semanas tuvo que comer menos de 3 comidas diarias porque no había suficientes alimentos, el 47% de la Isla afirmó haberlo hecho. En Santa Ana llegó a ser más del 50% de la población, en Barú fue el 48% y en Ararca, el 39% de los habitantes pasó hambre.
Educación
Todas las 3 instituciones educativas oficiales (I.E.O) de la Isla de Barú, así como el Instituto Ecológico Barbacoas, que es privado, quedaron en la categoría D, la más baja de las Pruebas Saber 11, lo que pone en evidencia las brechas que se extienden desde lo urbano a lo rural, ya que en Cartagena el 88% de la I.E.O están en las dos más bajas (D y C).
A nivel de reprobación, la tasa de la Isla fue de 12,7%, superior a la de Cartagena que llegó a ser de 8,8% y a la de la zona rural que fue de 10,6%. El C.E. de Ararca registró el nivel más crítico de las tres I.E.O con una tasa de reprobación del 15,4%.
Vivienda y servicios públicos
De acuerdo con Corvivienda, los datos de fuente censal arrojaron que el 85% de los hogares de la Isla de Barú están en déficit cualitativo. Para el caso de Cartagena, este déficit es sólo del 28%. Por su parte, también se necesita mayor control al crecimiento de asentamientos informales.
Para 2022, los corregimientos de la Isla cuentan con 99% de cobertura de energía eléctrica y 87% de cobertura en gas, sin embargo, a nivel de acceso a agua potable sólo Ararca y Santa Ana disponen del servicio por tubería, en Barú no tienen acueducto. Ninguno cuenta con soluciones de alcantarillado, lo que se convierte en una problemática de salud pública que amerita atención prioritaria.
Competitividad y empleo
Pese al potencial turístico, pesquero y recreativo que existe en esta zona de la ciudad, por cada mil habitantes sólo hay 24,2 empresas, situación que los expone a mayor informalidad laboral. Esto también impacta a la población empleada: para 2022, menos del 50% de los habitantes de la Isla de Barú afirmó estar trabajando. En Ararca sólo 44% afirmó estar haciéndolo, en Santa Ana el 46% y en Barú el 57%.
Priorizar en el próximo Plan de Desarrollo proyectos que promuevan mejores condiciones de calidad de vida para la zona insular de Cartagena no da espera. Es clave que este tenga enfoque territorial, que les permita acceder a educación y empleo de calidad, así como tener cobertura total de agua potable y alcantarillado.
Las comunidades deben participar en la priorización de los proyectos para que respondan a una visión territorial, puedan ser recibidos y tengan un resultado positivo en el mediano plazo.